por Es curioso como nuestra mente trata los recuerdos. Lo vivido en nuestro pasado, sobre todo lo que en un momento dado nos hizo felices, visita nuestra memoria con una fuerza deslumbrante, poniendo el listón para cada experiencia similar muy por encima de lo que quizá debería.
Los primeros amores, viajes, amistades, vivencias… siempre tienen reservado un rinconcito muy especial dentro de nuestra cabeza. Quizá por ese motivo, recurro frecuentemente a la nostalgia o mis recuerdos cuando se trata de escribir este blog.
Por supuesto la comida no se queda fuera de este tipo de situaciones. En mi caso personal, jamás he vuelto a sentir en mi paladar la misma sensación que tenía de niño al comerme un simple huevo frito. Y no nos engañemos. No se trata únicamente de que los huevos de hace décadas fuesen mejores que los de ahora (que también), sino que nuestro paladar y percepción han variado con el paso del tiempo.
Hoy toca contar nuestra visita a El Kiosko de la Pizza, un local entrañable que lleva con nosotros desde 1989. Tristemente, en marzo de 2020 el coronavirus nos dejó sin Rubén Melogno, quien regentaba el local desde su inauguración. Rubén no solo fue un fantástico pizzero, sino que llevó la música en las venas desde su Uruguay natal, teniendo bastante éxito como cantante de la banda Psiglo. Quien quiera saber más sobre parte de su vida, puede pulsar en este enlace que sirvió en su día como homenaje en una publicación de su país. Descanse en paz.
Al llegar al establecimiento, me hice con una de las varias mesas que componen su terraza y me dirigí a la ventanilla a través de la cual se pueden realizar los pedidos. Es curioso e incómodo que no dispongan de servicio de atención en la terraza y sea el propio cliente quien deba levantarse cada vez que quiere pedir o recoger las consumiciones, máxime cuando se observa que en el interior del local sí disponen de servicio en mesa.
Pedí una cerveza para rebajar el intenso calor de la tarde y llegó la segunda sorpresa cuando me la sirvieron en lata y con un vaso de plástico. Como tapita de cortesía nos ofrecen aceitunas o cacahuetes para ir entreteniendo las mandíbulas.
Revisamos la carta, bastante amplia para una pizzería. Aunque carece de identificativos de alérgenos, se agradece que hayan incluido unos marcadores para los platos vegetarianos y vegano (sí, en singular)
El tamaño de las pizzas nos permite configurar además su composición. La mediana se puede dividir en dos sabores y la grande en hasta seis.
Como mis tres compinches y yo teníamos bastante hambre, pedimos de inicio una ensalada NorteSur y un Choriplato, además de dos pizzas medianas, mezclando Pesstosa y Campesina, así como Barbacoa y Granjera. Como colofón final, la Gordita.
La ensalada NorteSur está compuesta por unas tiras de pimiento morrón, cebolla asada y atún. Todos los ingredientes proceden de conserva y no se han elaborado en el local. Aún así, el plato es generoso y la combinación de sabores es idónea para refrescarnos antes de atacar los platos calientes.
El Choriplato, servido en una cazuelita, lleva rodajas de chorizo criollo, pan de ajo, tomate natural y una cobertura de queso gratinado al horno. No sé si el paso de los años ha pasado factura a esta preparación, que yo recordaba mucho más jugosa e intensa. Quizá la nostalgia de la que hablaba en la entradilla me traicione, pero mi recuerdo es infinitamente mejor de lo que pude degustar en esta ocasión. El pan de ajo son unas simples rebanadas de pan en el fondo de la cazuela, que francamente no aportan sabor a ajo. El tomate apenas tiene presencia y predomina una gran cantidad de chorizo, lo que hace que la preparación quede bastante seca al paladar.
Pasamos a las pizzas, en nuestro caso medianas y de un tamaño bastante correcto, con una masa artesanal al estilo clásico, con un buen balance de sal y un sabor muy agradable. Bien cubiertas con una gran cantidad de ingredientes, echo en falta, eso sí, algo más de queso en su superficie. Quizá me engañe una vez más mi memoria, pero el recuerdo que tenía de estas pizzas de comienzos de los 2000, era de una cantidad impresionante de queso fundido e hilante sobre ellas.
Dicho esto, no son pizzas que defrauden, pues cumplen muy bien con su calidad en relación al precio.
Capítulo aparte merece la Gordita, que como su propio nombre indica, nos ofrece una masa un poco más gruesa que las anteriores que aguanta perfectamente la gran cantidad, esta vez sí, de quesos que coronan su superficie. Si eres un amante del queso, esta es tu pizza.
Nos levantamos de la mesa una última vez para pedir la cuenta, que hizo un total de 80,30 € a dividir entre cuatro comensales que se marcharon con el estómago bien lleno. Como es habitual, pedimos mucha más comida de la necesaria en una cena normal. Como punto negativo, el ticket no detalla los productos que se han consumido.
Abandonamos la terraza de uno de los clásicos entre los clásicos de Aluche con el convencimiento de que, pese a unos cuantos detalles mejorables, es un negocio que funciona, que prepara sus pizzas con cariño y tiene una excelente relación calidad precio. Ojalá sigan con nosotros muchos años más.
¿Tienen opciones sin gluten?
Como casi cualquier pizzería, no es un lugar apto para celiacos.
¿Tienen opciones vegetarianas o veganas?
Un buen puñado de platos vegetarianos vienen bien marcados en la carta. Los veganos deberán conformarse con la única opción de la pizza Tumaca.
¿Es accesible el local para sillas de ruedas o carritos de bebé?
Tanto el interior del local como la terraza, disponen de espacio suficiente.
¿Qué opinan los compinches?
Spaceball: «Pesa más la nostalgia que la actualidad». Puntuación – 6
Jarlicuin: «Pizzas correctas, tirando a bien» Puntuación – 5,5
Kata Kimura: «Clásico. Correcto. Bien.» Puntuación – 6
Tipo de comida: Italiana.
Dónde: C/ Illescas, 5.
Teléfono: 915185520
Web: https://elkioskodelapizza.es/
Precio medio: 15 €
Terraza: Sí.
Valoración personal: 6/10
