Galicia y gastronomía. Gastronomía y Galicia. A mi modo de ver, son dos conceptos unidos de forma inseparable en el imaginario popular. Además de por sus bellos paisajes y su clima veraniego, mucho más amable que el de gran parte de la península, es uno de mis destinos turísticos favoritos, sobre todo, por su buena mesa basada en un producto autóctono de gran calidad.
Hoy nos toca sentarnos a la mesa de Bahía de Vigo, un restaurante con una gran barra en la entrada del local y un buen salón con capacidad para varias decenas de comensales.
Es agradable ver como todavía quedan sitios en los que se viste la mesa con mantel y servilletas de tela, costumbre que cada día se estila menos, supongo que por evitar costes de lavandería. En este caso, por cierto, todo hacía gala de una limpieza exquisita.
Lamentablemente, hay que dar una de cal y una de arena. Sobre el bonito mantel nos encontramos una fotocopia de la carta metida en una funda transparente de archivador. Ya no pido que hagan el esfuerzo de modernizarse digitalmente y facilitarla en forma de código QR, pero al menos habría que cuidar la forma en que se presenta la carta al cliente.
Mientras decidimos los platos que queremos probar, nos tomamos la cervecita de rigor, muy bien tirada y acompañada de unas aceitunas muy sabrosas, cortesía de la casa. Al mismo tiempo, nos sirvieron el pan, dándonos la oportunidad de elegirlo entre tres o cuatro variedades distintas.
Tras debatir con mis tres compinches los platos que queremos degustar, desestimamos los más «potentes» por tratarse de una cena. Me quedo con ganas de probar el lacón con grelos. ¡Otra vez será!
Para no variar, pedimos las croquetas de jamón. Seguramente llamará la atención que sea un plato muy recurrente en casi todas mis visitas, pero todo tiene una explicación. Aparte de que soy un apasionado de esta fritura, me parece una vara de medir perfecta para conocer el nivel de una cocina. Una croqueta es algo aparentemente sencillo, pero muy difícil de dominar, siendo realmente complicado encontrar un restaurante que logre un resultado ligero, cremoso y sedoso al paladar.
En el caso de Bahía de Vigo, las croquetas son muy correctas en su sabor, con pequeños trozos de jamón en su interior. También muy lograda su fritura, con un rebozado ligero y nada grasiento, pero con una masa excesivamente harinosa y compacta.
Estando en un restaurante gallego, es obligatorio pedir el pulpo a feira. Servido en plato de madera, como mandan los cánones, y acompañado de cachelos y pimentón dulce. El pulpo, finamente cortado, estaba excesivamente pasado. La deliciosa gelatina que deben conservar los tentáculos, se desprendía y cada bocado prácticamente se deshacía en la boca sin necesidad de masticar. Todo lo contrario para las patatas, que sin llegar a estar totalmente duras, habrían agradecido unos minutos más de cocción. El aceite de oliva que habitualmente riega esta preparación, resultaba imperceptible.
A continuación nos lanzamos a por un plato de zamburiñas de pequeño tamaño pero muy sabrosas. Plato muy recomendable que, además de presentar una buena ejecución, tiene un precio bastante ajustado en carta.
Siempre que vemos un plato que lleva el nombre del restaurante, tratamos de probarlo. Si es merecedor de portar el nombre del local, es de suponer que están orgullosos de él. Atacamos pues la ensalada Bahía, compuesta por unos cogollos cortados en cuartos, unos gajos de tomate, algo de aguacate y unas hojas de endivia, todo cubierto con unas lonchitas de ahumados variados y un buen chorro de vinagre balsámico. Francamente, una ensalada muy de andar por casa que habría ganado mucho si se hubiera preparado con una buena variedad de lechugas o brotes tiernos.
De la misma manera en que nos decidimos por la ensalada, no pudimos dejar pasar la oportunidad de probar el revuelto del chef, pues entendemos que es un plato que lleva el sello personal de su cocina.
Los que me siguen desde hace un tiempo, saben que no me gusta ser excesivamente duro en mis críticas y trato de ser siempre lo más constructivo y diplomático que pueda. Con este plato me cuesta mucho sacar algo positivo, porque no veo por dónde cogerlo. Un revuelto con champiñones en conserva, setas de cultivo, morcilla y tiras de pimiento morrón, coronado por cubitos de pan de molde tostados. Una mezcla de ingredientes que no casa especialmente bien y que no pasará al recuerdo de nadie que lo pruebe.
Para finalizar, nos endulzamos con unas filloas caseras, de un tamaño bastante generoso y acompañadas de helado de chocolate. La masa es más gruesa de la que debería corresponder a una filloa clásica, casi más parecida a una tortita rellena de crema. Lo cierto es que de sabor estaban espectaculares, con un un pronunciado toque de canela y una agradable temperatura que combina el caliente del rollito y el frío del helado.
Pedimos también otro postre casero de la carta, la famosa y típica tarta de Santiago. Y menudo acierto, porque es de las mejores que he probado. Dulce sin llegar a empalagar y con la jugosidad justa, es un postre perfecto para una comida o cena.
Como detalle, nos ofrecieron unos chupitos acompañados de un pequeño bombón helado, que pusieron punto y final a nuestra degustación.
La cuenta, de 88.80 euros a repartir entre cuatro personas, es de las más económicas que se pueden encontrar en un restaurante de estas características.
Salimos del Bahía de Vigo con sentimientos de luces y sombras. Luces por una excelente atención, una mesa preparada con mimo, un entorno limpio y agradable y unos muy buenos postres. Sombras por una cocina de la que esperábamos más y que quizá no vivió su mejor noche. Tendremos que volver en un futuro para probar los platos más contundentes de la carta, donde tal vez sí podamos encontrar la magia de la gastronomía gallega.
Tipo de comida: Gallega – Española.
Dónde: Calle de Maqueda, 26
Teléfono: 915185938
Web: No tiene.
Precio medio: 20 €
Terraza: No.
Valoración: 5.5/10