2 de diciembre de 2024

Veinti7. Cariño y respeto al cliente.

A veces me preguntan por qué escribo este blog y qué propósito persigo. La pregunta en sí, esconde múltiples respuestas. En primer lugar y sin duda el más importante, es la excusa perfecta para juntarme con mis queridos compinches, sin los que ninguna de las reseñas tendría sentido.

Por otro lado, siento un vínculo muy fuerte con Aluche y hacer una parada en el mayor número de bares y restaurantes que se sitúan en sus calles, me parece una manera fantástica de disfrutar del barrio.

Y para finalizar, lo evidente es que me apasiona comer. Algunos piensan que no disfruto comiendo, que soy demasiado exigente y siempre voy buscando el fallo. Lo cierto es que cada bocado que pruebo, aunque tenga infinito margen de mejora, suele provocarme placer, pues tengo un paladar adaptable a cualquier tipo de cocina y circunstancia.

Desde luego, si me dan a elegir, siempre me decantaré por una cocina casera, imaginativa, que se salga de lo común y plante cara al triángulo mágico de las raciones, a saber: bravas, calamares y oreja. Que no se me malinterprete. A mí esos platos me encantan, pero lo cierto es que es complicado reseñar decenas de bares en los que se sirven los mismos platos con mínimas variaciones semana tras semana. Por ese motivo, siempre que surge la posibilidad de visitar uno de estos locales, el sentimiento generalizado de los compinches es de cierta pereza.

Y allá que nos dirigimos una vez más a nuestro querido Parque Aluche y su paseo marítimo. En esta ocasión nos sentamos en la terraza de Veinti7.

Pedimos mesa para mis seis compinches y yo y nos ubicaron en la terraza, un tanto apretados y encajonados entre dos de las columnas del toldo que utilizan para combatir el sol y la lluvia.

Pregunté por los tipos de cerveza disponibles y me sorprendieron con un amplio surtido de botellas y alguna cerveza de importación de barril. Me decanté inicialmente por una IPA de Mahou que me sirvieron muy fría, muy rápido y con una generosa tapa de una ensalada que no me agradó en exceso, sobre todo por estar a temperatura ambiente.

Una vez reunido todo el grupo, echamos un vistazo a la carta con el código QR que tienen en las mesas. Me encantan estas cartas digitales en las que puedes ir marcando los platos que quieres elegir para confeccionar una lista y cantársela directamente a la camarera. Muy prácticas.

Ya hablaba en la entradilla de las raciones de sota, caballo y rey y aquí no encontramos la excepción, así que nos decidimos por intentar probar un poco de todo.

Pregunté por las croquetas y me dijeron con toda la honestidad, que no las hacen ellos. Me las recomendaron igualmente, porque de todas formas salen muy ricas, me dijeron, pero ya sabéis que si el brazo ejecutor de la masa no trabaja en el local, no me interesa probarlas.

Empezamos por unas patatas mixtas con una salsa alioli de poderosísimo sabor industrial y una salsa brava, que no era brava sino tipo gaucha. Las patatas, eso sí, bastante ricas, con un corte mediano y conservando la piel. Un plato decente.

Pasamos a los torreznos de Atienza que llegan presentados junto a una ensalada de tomate para desengrasar un poco. Sorprendentemente, el tomate, que suele ser un simple adorno, estaba bastante bueno. Los torreznos, calentitos y crujientes, es difícil que no cumplan. Siempre están ricos, aunque personalmente creo que les faltó un poco más de tiempo de fritura para terminar de suflar bien la corteza.

Pasamos a unos calamares a la andaluza, bien enharinados y fritos. Muy correctos de sabor, presentados con gracia sobre un poco de lechuga y custodiados por un par de cuartos de limón. ¿Ricos? Sí. ¿Calamar? No.

Sé que esta es una batalla perdida, pero hay que empezar a exigir que llamen a las cosas por su nombre. Esto era anilla de pota, no calamar. El calamar de verdad, aparte de tener un sabor y textura deliciosos, cuesta del orden de 17 a 19 euros el kilo, mientras que la pota cuesta tres veces menos.

Lo siguiente en llegar fue un buen plato de boquerones fritos. Curiosamente, en lugar de harina, los pasaron por pan rallado, algo que personalmente no había visto nunca. El resultado, bastante bueno. Los boquerones eran medianos y quedaron muy jugosos en el interior. Un plato que volvería a pedir en un futuro.

Llegó a la mesa otro de los platos fundamentales en las terrazas de Aluche: la oreja a la plancha. Con la salsa en un cuenco aparte y un poco de limón, estaba muy bien ejecutada con un punto caramelizado y crujiente en el exterior, conservando el interior bien gelatinoso.

Para finalizar el apartado de raciones, otro de los que se está convirtiendo en un imprescindible de la carta de los bares: el cachopo.

No me dio muy buena espina que llegase cubierto de patatas fritas congeladas y unos cuantos pimientos tipo padrón. También me decepcionó un poco cuando vi que en el relleno, además de jamón y queso, había un pimiento rojo. Me gusta que me avisen de esas cosas o venga reflejado en la carta.

Pero una vez superado todo eso y le hinqué el diente, descubrí que me estaba comiendo el mejor cachopo desde que empezó Degustando Aluche. Un rebozado perfecto, fino, firme y que no se despega de la carne tierna y jugosa que recubre. ¿El punto negativo? El tamaño, en relación al precio, es bastante reducido.

Como siempre me suelen recordar que rara vez pido postres, esta vez aproveché que éramos muchos comensales y pedí lo único que tenían en ese momento en carta. Nos trajeron un crepe relleno de chocolate que nadaba en un sirope de fresa y que acompañaba un chorro de nata de bote. Un postre que no dice nada para bien ni para mal y que servirá únicamente a los que necesiten terminar una comida con el punto dulce.

Nos ofrecieron también una variedad de mojitos que preparan en el momento. A mí las bebidas con hierbabuena no me agradan, así que cedí la degustación a mis compinches, que se decantaron por un mojito tradicional y otro de frutos rojos. Su veredicto es que estaban muy ricos.

La cuenta para siete personas hizo un total de 151,90 euros que trajeron junto a unos chupitos cortesía de la casa. Un precio bastante ajustado por cabeza, sobre todo teniendo en cuenta que los mojitos y el postre subieron el importe.

Mi conclusión es que todavía hay lugar para la sorpresa en los bares de la zona. No esperaba cenar tan bien en una de las terrazas del parque que parecen no salirse de la red de seguridad que dan las raciones de toda la vida.

Pero no solo la comida estaba un punto por encima de lo esperado. Además, las camareras fueron encantadoras todo el tiempo que estuvimos en la terraza, sirviendo con mucha rapidez la comida y bebida y siempre atentas a lo que pudiéramos necesitar.

Si a eso añadimos que se toman la molestia de decorar cada mesa con un jarroncito y flores, que ponen tapa con absolutamente cada consumición que se pide y que cuando empezó a llover cubrieron la terraza con más rapidez de la que se necesita para cubrir la pista central de Roland Garros… nos encontramos en un negocio en el que saben valorar al cliente y lo cuidan.

¿Tienen opciones sin gluten?

La carta no tiene alérgenos marcados. Como casi siempre, mal lugar para ser celiaco.

¿Tienen opciones vegetarianas o veganas?

Igual que el punto anterior. Alguna que otra cosa a base de patata y ensalada.

¿Es accesible el local para sillas de ruedas o carritos de bebé?

El local es pequeñito, pero en la terraza no debería haber problema, siempre y cuando no nos toque una de las columnas del toldo.

¿Qué opinan los compinches?

Spaceball: «Gratamente sorprendido». Puntuación – 7

Jarlicuin: «Descubrimiento en el Paseo Marítimo» Puntuación – 7

Kata Kimura: «Dentro de la oferta ya manida de bar clásico, todo bastante rico, la verdad. Muy buen trato. Sorprendido para bien.» Puntuación – 7

Bicicleman: «La calidad de atención le hace subir puntos.» Puntuación – 7

Target25: «Comida, atención y precio por encima de la media del Paseo Marítimo.» Puntuación – 6,5

BNPD: «Veinti7 han sido las veces que he pensado si le ponía esta nota o un 6. No solo de amabilidad y buen servicio se viste una ración. Se salvan el cachopo y los boquerones.» Puntuación – 6,5

Tipo de comida: Española.

Dónde: Calle Quero, 27.

Teléfono: 638057327

Web: No tiene,

Precio medio: 15-20 €

Terraza: Sí.

Valoración personal: 6.5

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