2 de diciembre de 2024

CHEFF A’Brasas. Un mix de pollos, chifa y comida criolla.

Aluche tiene infinidad de callejuelas y recovecos, lejos de las calles principales, siempre atestadas de gente que pasea mientras fisga en los escaparates, o para a tomarse algo en los múltiples bares que se encuentran en esas zonas privilegiadas.

Una de las partes más divertidas que tiene escribir este blog, es acudir a locales escondidos en los que nunca te habrías parado de forma casual.

Normalmente se trata de negocios con una fachada o un entorno un tanto descuidado que, sinceramente, no invitan a cruzar el umbral de su puerta y averiguar lo que esconden dentro. Pero para eso estamos aquí precisamente, para no juzgar los libros por su portada y tener el valor de leer sus primeros capítulos a ver si son lo suficientemente interesantes para engancharnos.

Y claro, acudo una vez más a los grupos de Facebook del barrio, Instagram y demás búsquedas a través de las redes, en busca de algún local de estas características que llame mi atención.

Es ahí cuando me topo con CHEFF A’Brasas, que se publicita como un restaurante peruano especializado en pollos al carbón. Poco más que añadir para que me pique la curiosidad, así que convoco a seis de mis compinches y me planto a las puertas de su local para degustar sus platos.

La primera impresión, como ya avanzaba, no es muy buena. El restaurante está en uno de los locales de los soportales del metro Campamento. Pero no en los soportales de la zona de más tránsito, sino en uno de los laterales que los peatones apenas utilizan.

Accedí al local, totalmente vacío a mi llegada, y me dirigí a la única persona visible tras el mostrador de una cocina abierta tras la barra. Me atendió muy amablemente y, con ayuda del gerente, que apareció casi al momento, me prepararon tres mesas para que estuviéramos lo más cómodos posible.

El salón tiene un total de seis mesas bien repartidas. Llama la atención la limpieza y luminosidad del local y los manteles de tela, tan poco habituales, con los que visten las mesas.

Una vez llegaron mis compinches, pedimos la carta y nos sorprendió la gran variedad de platos, casi todos de origen peruano, que podían ofrecernos.

Me quedé con ganas de pedir alguno de los platos orientales (chifa, como le dicen allí) que tenían en la lista, pero preferí ceñirme a las recomendaciones del propietario, que muy amablemente nos guió por los platos más típicos y tradicionales.

Mientras esperábamos la comida, nos tomamos unas cervezas Estrella de grifo. Pregunté por más variedad, esperando que me ofrecieran una Cusqueña o una Cristal, pero no hubo suerte.

Nos trajeron un muy generoso aperitivo de patatas fritas caseras con pollo desmigado y un poco de salsa de ají amarillo.

Lo primero que llegó a la mesa fue una ración de causa limeña de pollo, que como ya hemos comentado en otra reseña, es una suerte de ensaladilla rusa con dos capas de papa amarilla triturada y un relleno a base de pollo, mahonesa y verduras picadas.

Una buena presentación y un sabor muy rico con fuerte presencia de limón, hicieron las delicias de los compinches.

Pasamos a una papa a la huancaína, que funciona muy bien como tapa, pero no como ración para compartir por ser un plato bastante reducido, acorde a su precio de apenas 4 euros. Bien en ejecución y en sabor, aunque se echa en falta algo más de salsa que cubra bien la papa, pues esa es realmente la gracia de esta preparación.

Acude a la mesa un buen plato de ceviche de corvina con gran guarnición de maíz tierno sancochado, maíz tostado (cancha) y un par de trozos de boniato (camote o papa dulce). La corvina, tersa y bien sazonada, se acompaña de algunos langostinos pelados. Un plato muy fresco y ácido que se puede acompañar con un poco de salsa picante que nos sirven aparte.

El caldito que queda en el plato, también llamado «leche de tigre», es una delicia. Tuvimos que pedir cucharas para rebañarlo, así que con eso queda todo dicho.

Recibimos a continuación otro de los buques insignia de la cocina peruana, el ají de gallina. Con guarnición de arroz blanco, una cama de patata cocida y tres medios huevos duros por sombrero, mi sensación es que carece de lo mismo que la papa a la huancaína, que es la abundancia de salsa. Este plato es para mojar, rebañar, embadurnar el arroz y disfrutar de la cremosidad de su salsa y aquí se quedan algo cortos.

Llegamos por fin al plato principal, el pollo al carbón. Pedimos el que viene acompañado de patatas fritas, ensalada, salsas y un plato de arroz chaufa.

El pollo en sí no estaba mal, aunque la pechuga estaba ligeramente seca y la piel no tenía esa textura crujiente y churruscada tan rica y característica que suele dar la brasa. Se puede mejorar.

Las patatas, como todas las que nos sirvieron durante la cena, caseras y recién hechas. Un lujo en los tiempos que corren.

La ensalada, curiosamente, aliñada con algo parecido a lo que nos sirven en los restaurantes chinos, con un toque ácido y dulzón bastante agradable.

Por último, el arroz chaufa (frito) del que ya hablaremos más en profundidad el día que visitemos un restaurante chifa, fue de los platos que más gustaron a los compinches. El toque de soja, la tortilla cubriendo el arroz y unas graciosas hebras de pasta frita, hacen un conjunto muy apetecible.

¿Total de la cuenta para siete personas? 129,50 euros, de los cuales casi 50 corresponden a las cervezas que consumimos. Bastante económico. Hay que decir que casi nos sale gratis porque accidentalmente y tras echar cuentas entre los compinches, hacer nuestros respectivos bizum y demás, nos levantamos y nos marchamos sin pagar hasta que el dueño nos avisó muy educadamente de nuestro error. Evidentemente no fue intencionado, pero parecía que lo hacíamos con recochineo porque según salíamos de uno en uno, todos le decíamos lo rico que nos había parecido todo. Qué vergüencita pasé.

Conclusión. Un restaurante apartado de las calles principales, con una clientela reducida y una fachada muy poco atractiva, que esconde en su interior una cocina rica, una atención impecable y una limpieza que ya quisieran otros muchos negocios para sí.

¿Cosas a mejorar? Alguna que otra que ya he comentado en los platos, pero fundamentalmente nos llamó la atención que no tuvieran pan o postres, ya que lo habían agotado en el turno de comidas. Se nota que por la noche no tienen tanta clientela y hay ciertas cosas que no reponen. Una barrita de pan o un postre, aunque sea congelado, siempre hay que tener.

¿Tienen opciones sin gluten?

La carta tiene bien marcados todos los alérgenos, aunque siempre hay que tener precaución con la contaminación cruzada.

¿Tienen opciones vegetarianas o veganas?

Mayoritariamente carnes y pescados con amplia presencia de huevo en todos los platos. Mal sitio para estas opciones de alimentación.

¿Es accesible el local para sillas de ruedas o carritos de bebé?

El local dispone de dos salones, uno a la altura de la calle y otro en el sótano, junto a los baños. Ojo, que la escalera no está adaptada para sillas.

¿Qué opinan los compinches?

El hombre Lomo: «Te gusta, pero no te entusiasma». Puntuación – 6,5

Pitu Beckham: «Limpio y acogedor. Arroz chaufa muy rico.» Puntuación – 8

Kata Kimura: «Desde mi paleto paladar, me supo todo a gloria. La atención, tan amable que sube la puntuación.» Puntuación – 7

Canillo: «Comida rica y variada con buana calidad-precio. Le falta un poco de «punch» para trasladarte a Perú» Puntuación – 6,5

Target25: «Desde mi desconocimiento de esta gastronomía, me sorprende gratamente el sabor de algunos platos.» Puntuación – 6,5

BNPD: «Recuerdos de Perú por un módico precio. Ceviche rico. Trato muy amable. Pena de no haber podido probar el postre.» Puntuación – 6,8

Tipo de comida: Peruana.

Dónde: Avda. Del Padre Piquer, 17.

Teléfono: 623067192

Web: https://cheffabrasas.com/

Precio medio: 12-15 €

Terraza: No.

Valoración personal: 7/10

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