27 de julio de 2024

Mala Pata. Un refugio para jóvenes.

Hace unas cuantas semanas me propuse retomar el hábito diario de la lectura, abandonado durante demasiado tiempo y sustituido por un ocio más ligero y menos sesudo. Mi elección para volver a sumergirme en un libro, fue la saga de La Torre Oscura, de Stephen King. Es una serie de siete libros que ya leí hace bastantes años, pero que me apetecía redescubrir. Su protagonista, Roland de Gilead, tiene una frase recurrente durante toda la saga: «El mundo se ha movido», haciendo referencia al paso del tiempo y los cambios que podemos observar en el mundo que nos rodea.


Pues bien, amigos. Esta semana hemos visitado Mala Pata, en nuestro querido paseo marítimo de Aluche y, para mí y mis compinches, la sensación ha sido que «el mundo se ha movido». Para quien ya ha superado la barrera de los cuarenta, verse rodeado de una mayoritaria clientela de entre veinte y treinta años, le hace sentirse en ocasiones un poco fuera de lugar.


Aterrizamos en la terraza del local. Una terraza bastante amplia y cubierta de forma un tanto artesanal, a modo de jaima y aprovechando la unión de varias sombrillas de buen porte. En su interior, unas cuantas estufas de gas y alguna que otra manta a nuestra disposición en las sillas, que nos mantendrán calentitos en invierno.
De puertas adentro del local, una amplia barra y varias mesas nos aguardan en un ambiente más tranquilo y relajado. Malapata está dirigido por gente joven que ronda la treintena y eso se traslada a su público más fiel. Desde que te sientas a la mesa, la decoración, la atención e incluso la carta, desprenden aroma e intenciones a modernidad, algo que es muy de agradecer y que sirve de contraste a los negocios que llevan toda la vida en el parque.


Esta vez solo me pudieron acompañar dos de mis fieles compinches, por lo que nuestro margen de degustación se vio ligeramente reducido. Pedimos nuestra clásica cerveza que vino acompañada de un original aperitivo a base de queso calentito con un toque de cebolla caramelizada, y nos dispusimos a revisar la carta.


Ya he comentado en otras ocasiones lo que pienso de las cartas kilométricas con multitud de opciones. Viendo además la minúscula cocina que tiene el local, es de prever que la mayor parte de sus platos sean de quinta gama. Si a eso añadimos que hay una mezcla de opciones que abarcan la comida española, asiática y mexicana, las probabilidades de consumir precocinados aumentan.
Me habían hablado bien de las croquetas, pero los platos constan de ocho unidades y siendo únicamente tres personas, de las cuales a una no le gustan, la cantidad era exagerada. Pregunté al camarero si existía la posibilidad de pedir medias raciones, pero por desgracia nos dijo que no, así que tuvimos que renunciar a las croquetas en esta ocasión.
Aún así, pedimos una buena cantidad de platos que el camarero nos recomendó reducir por ser demasiada comida.


Empezamos por una ensalada de tomate con ventresca, cebolla y piparras. El tamaño de la ración es exageradamente grande. El tomate, muy de batalla, sin apenas aroma y sabor. La cebolla blanca, con un corte bastante tosco, habría mejorado con la variedad roja y con un fino corte en juliana. Las piparras no eran piparras, sino guindillas verdes picantes. Para rematar, el aliño era imperceptible, y se habría agradecido servir la ensalada con aceite, vinagre y sal a disposición del cliente.
Como no todo tiene que ser negativo, la ventresca era generosa en el plato y servida en unas lascas enteras de buena calidad.


A continuación le hincamos el diente a la tosta de solomillo, queso de cabra y cebolla confitada. La tosta, montada con muy poca gracia sobre media barra de pan, tenía más presencia de queso que de solomillo. La cebolla había pasado directamente del bote de conserva al plato. Muy mejorable.


Seguimos con unos huevos rotos con jamón serrano. Nuevamente el plato es de unas dimensiones desproporcionadas. Una ingente cantidad de patatas fritas procedentes de una bolsa congelada, tres huevos a la plancha y unas lonchas de jamón serrano, componen una ración que yo evitaría a toda costa en un futuro.


El camarero nos dijo que el plato estrella eran las quesadillas, así que no las dejamos escapar. Otra ración inmensa acompañada de un guacamole, en apariencia casero, pero con un sabor bastante neutro y sin potencia. La quesadilla en sí, rellena con queso, champiñones laminados y tiras de pimiento, no estaba mal en cuanto al sabor. Sin embargo, la tortilla de trigo estaba húmeda y reblandecida en la base, consecuencia de haber absorbido la humedad del champiñón. Si no hubiera sido por ese detalle, habría sido quizá el mejor plato de la noche.


Por último, probamos unas berenjenas fritas con melaza. La ración es de un tamaño que daría de comer a un poblado vikingo. Berenjena cortada en chips muy finos, bien rebozada y frita y salpicada de melaza. Un plato contundente y recomendable.


Aunque hicimos un verdadero esfuerzo, no pudimos acabar toda la comida que nos sirvieron, por lo que prescindimos de cualquier tipo de postre y pedimos la cuenta, que hizo un total de 66,30 euros a repartir entre los tres. Habríamos llenado también nuestros estómagos si hubiéramos pedido únicamente un par de raciones, por lo que estamos hablando de un sitio tremendamente económico.


He visitado Mala Pata un buen número de veces, siempre para tomar cervezas o algún gintonic de sobremesa. Me parece un sitio perfecto para pasar la tarde, muy agradable en su decoración, con una atención cercana, simpática y detallista. En lo que respecta a su comida, aunque el resto de su propuesta me encanta, solo puedo decir que tiene mucho margen de mejora. Una carta más reducida, enfocada a un producto de calidad y elaboración casera, sería el complemento perfecto para un bar que lo está haciendo todo bien de cara al público, pero que podría ser todavía mejor. Con el cariño que ponen en el resto, apuesto a que evolucionarán hacia un concepto más completo. El mundo se seguirá moviendo y ellos también.

Tipo de comida: Española – Internacional.

Dónde: Calle de Quero, 61

Teléfono: 919423696

Web: https://www.facebook.com/malapataAluche/

Precio medio: 12 – 15 €

Terraza: Sí.

Valoración: 5/10

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