27 de julio de 2024

Kalenda. Cuando los detalles marcan la diferencia.

Siempre que voy a comer a un restaurante con un nombre raro o poco habitual, me gusta buscar en las redes su posible significado. A veces eso nos da información extra sobre lo que nos podemos encontrar o simplemente sobre algo que llamó la atención de los propietarios en su día. Cuando decidí que le tocaba el turno a Kalenda, esa búsqueda fue obligatoria.

Hay al menos dos acepciones para Kalenda. Una relativa a la «calenda romana», que vendría a ser el primer día de cada mes. Dada nuestra influencia latina, es la más probable.

La otra acepción, hace referencia a una lucha entre hombres armados con palillos y que tiene origen en África. Y como en los bares somos mucho de luchar con esos artilugios para pinchar de los platos que nos sirven, he decidido que, sea o no sea la respuesta correcta, me voy a quedar con ella.

Aprovechamos estos días de calor que nos está regalando el otoño para visitar otra de las terrazas más concurridas del barrio. En este caso, como ya hemos dicho en la introducción, es el turno de Kalenda, un amplísimo restaurante con dos plantas, enorme barra y una extensa terraza ubicada en los límites de Aluche y Carabanchel.

Siguiendo mi autoimpuesta tradición de llegar antes que mis compinches a los sitios, pido un tercio de cerveza bien fría, siendo Estrella Galicia mi elección entre las marcas más habituales que me ofrecen. Me llega a la mesa arropada por una tapa de boquerones fritos, todavía tibios por estar recién hechos. Mientras espero a mis acompañantes del día, me llama la atención ver la variedad de abundantes tapas que sirven con cada consumición.

Una vez reunidos y tras releer la carta en formato QR que ponen a nuestra disposición, hacemos al camarero la consabida y recurrente pregunta en nuestras visitas. -¿Cuál es vuestra especialidad?-

Por desgracia su respuesta fue la que menos me gusta en estos casos -Cualquier cosa de la carta está buena- Bueno… veamos si es cierto.

Dejándome influenciar por los comentarios positivos del grupo de Facebook de Aluche es nuestro barrio, me tiro de cabeza a por media ración de surtido de croquetas. Pedimos una tosta de bacalao con confitura de tomate y pimientos asados y, aprovechando que la carta lo permite, añadimos otra media ración de huevos rotos. Para finalizar, una de las grandes recomendaciones externas que mis conocidos me han hecho llegar: la hamburguesa Kalenda.

Cuando llegan las croquetas a la mesa, debo reconocer que torcí el morro antes de probarlas. Lo del montoncito de patatas paja de bolsa tiene un pase, pero lo de las hierbas secas «adornando» el plato, me hicieron temerme lo peor.

El medio surtido consta de dos croquetas de boletus, dos de chipirones en su tinta y dos de jamón.

Están bien fritas y su interior es bastante cremoso. La sensación en general es que se trata de unas croquetas precocinadas que, aunque no son de mala calidad, no me resultan satisfactorias por ese regusto industrial a «sopicaldo» que suelen tener estos productos.

La tosta de bacalao, de unas dimensiones bastante reducidas, se presenta con unos aros de aceitunas negras y un par de tiras de pimiento morrón. Las hierbas secas vuelven a hacer acto de presencia alrededor del plato.

Las lonchas de bacalao, de bastante buena calidad, vienen recién sacadas de la cámara de frío a una temperatura que casi no nos deja saborearlo. Del mismo modo, la presencia dulce de la confitura de tomate y pimiento es excesiva, matando cualquier otro sabor que acompañe en su camino hacia la boca. Quizá un poco menos de «mermelada» o incluso eliminarla completamente de la tosta, elevase bastante el resultado.

La media ración de huevos rotos aparece acto seguido. Unas patatas de buen corte y con un bonito dorado en su fritura, pero que debían llevar hechas unas cuantas horas, pues estaban revenidas. El jamón, de una calidad más que decente, tapaba el único huevo frito que incluye la media ración.

Le llegó el turno a la hamburguesa Kalenda, de muy buenas dimensiones, con un pan tipo brioche y coronada de foie, cebolla caramelizada y virutas de queso. Las patatas de guarnición, curiosamente con el mismo corte y tonalidad que las de los huevos rotos, pero en esta ocasión recién fritas. Así, sí.

La carne casera, perfecta en su punto de cocción y bien de sabor, aunque apenas pudimos apreciarlo porque una vez más el exceso de dulzor en la cebolla y su desproporcionada cantidad, nos lo impidió. Me gustan mucho los contrastes de sabores dulces y salados, pero es obligado que exista un equilibrio. En mi opinión el dulce debe ser un toque que aligere la potencia de la carne y suavice la grasa del foie, pero no se debe convertir en el protagonista de cada bocado. Y de verdad que es una pena, porque el resto de la hamburguesa estaba a muy alto nivel.

Para finalizar y dar el gusto a uno de mis compinches, pedimos un tiramisú casero, bastante jugoso y con un pronunciado sabor a café. También añadimos una porción de tarta de queso, aunque nos reconocieron a la hora de pedirla, que no es casera. Teniendo en cuenta el reducido precio de los postres, cubren bastante bien el expediente para los más golosos.

Una cuenta final de 50,20 a repartir entre tres personas, da como resultado uno de los tickets más ajustados a la hora de comer en el barrio.

Me voy de Kalenda con la sensación de que pueden ofrecer mucho más de lo que tuve la oportunidad de ver. La atención fue muy atenta y rápida en todo momento. Las tapas, variadas, abundantes y recién hechas, son de por sí un buen motivo para la visita. La comida no es un absoluto desastre ni mucho menos, pero los detalles de cada uno de los platos hacen que la experiencia no sea redonda cuando comemos a la carta. Y hago hincapié en lo de la carta porque hay que decir que su menú diario es uno de los más populares de la zona, siendo muy bien valorado por todos mis conocidos. Habrá que probarlo en un futuro.

Tipo de comida: Española 

Dónde: Calle de Ocaña, 112

Teléfono: 915098561

Web: https://www.facebook.com/restaurantekalenda

Precio medio: 15 €

Terraza:

Valoración: 5/10

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