27 de julio de 2024

Aynaelda. Arroces que no patinan.

Hubo una época en la que Aluche disfrutaba de una de las poquísimas pistas de hielo que había en Madrid, por no decir en España.
Ese local que albergaba el hielo sobre el que miles de personas patinaban a lo largo del año, sirvió de iniciación a alguien tan relevante como Javier Fernández, medallista olímpico y campeón del mundo entre otros muchos logros.
Recuerdo ver el mural de su fachada en mi niñez, una representación artística de una pareja de patinadores, pensando en las maravillas que se debían vivir entre sus muros. Jamás tuve la oportunidad de entrar a echar un vistazo.
Con el cambio de siglo, aquel negocio de patinaje cerró, dejando como herencia un restaurante de unas dimensiones nunca vistas hasta entonces en nuestro barrio.

Es el turno de acercarnos a Aynaelda. Un enorme restaurante con tres salones y una terraza cubierta, que puede dar de comer a cientos de personas de forma simultánea. Su amplísima barra, que nos recibe nada más acceder al local, también sirve como punto de encuentro para tomar el aperitivo o incluso comer unas raciones sin necesidad de sentarse a una mesa de manera más formal.


Mis seis compinches y yo nos acomodamos en la mesa, vestida con mantel, servilletas de tela, buena cubertería y una selección de copas de cristal para vino y agua, preparadas por si fueran necesarias.
Aunque disfruto enórmemente del vino, últimamente me decanto más por la cerveza. No siempre es fácil encontrar compinches aficionados a acompañar la comida con buenos caldos y el precio de las botellas se escapa bastante a mi economía. Dicho esto, procedemos a cervecearnos con una copa perfectamente servida y acompañada del aperitivo de la casa, que en esta ocasión era un salpicón a base de surimi y mejillones.


Bien visible en el centro de la mesa, un enorme código QR nos invita a consultar una carta con una gran bodega y una larga lista de platos que incluyen el canguro, una carne exótica y desconocida para mí. Después de un par de vistazos y un breve debate con mis compinches, cerrados a probar la carne de marsupial, nos decidimos a atacar varios de los platos más tradicionales.


El primero en llegar son las ya clásicas croquetas. En este caso, la mitad de jamón y la otra mitad de cangrejo.
De buen porte y excelente fritura, las de jamón estaban estupendas de sabor, pero con poca cremosidad. Justo lo contrario que las de cangrejo, que más bien sabían a prácticamente nada, pero tenían una cremosidad excelente. En general superiores a la media, pero nada memorables.


Acto seguido nos sirvieron los fingers de rabo de toro. Sinceramente, me parece un plato espectacular. Un buen lingote de carne desmenuzada y prensada, pasado por una finísima tempura y acompañado de una salsa de zanahoria que, incluso pecando de ser algo sosa, acompañaba perfectamente. Sublime.


Pudimos probar también los huevos trufados a baja temperatura, servidos sobre un lecho de patatas paja y unos buenos taquitos de jamón ibérico. El huevo, en su punto y delicioso, restaba todo el protagonismo de unas patatas que, a mi modo de ver, ganarían con un corte ligeramente más grueso. El jamón, de muy buena calidad, le da el contraste perfecto a la potencia de la trufa en la boca. Un plato muy recomendable para los amantes del huevo.


Hay cosas que por voluntad propia no pido jamás cuando voy a un restaurante. Embutidos y conservas. Me parece que siempre podemos darnos ese tipo de caprichos en casa sin asumir el sobrecoste de un restaurante para algo que no han cocinado ellos. Sin embargo, me debo fielmente a mis compinches, que se encapricharon con una ración de jamón ibérico y como no les puedo negar nada, recibimos en la mesa un buen plato de jamón recién cortado y acompañado por unas ligeras tostadas y tomate natural rallado. Un jamón de muy alta calidad que al menos justifica el precio de la ración.


Llegó la hora de degustar los platos estrella de Aynaelda, que no podían ser otros que los arroces.


Nos decantamos por probar un arroz del señoret alicantino, servido directamente en la paella y bien cuajado de verduras, gambitas y dados de emperador. Para mi gusto, el resultado final es ligeramente decepcionante, pues la cantidad de ingredientes es excesiva y el emperador no resultó ser la compañía idónea del arroz al ser un pescado con facilidad para resecarse, algo que sucedió. Afortunadamente se sirve acompañado de un falso alioli (mahonesa con ajo), que siempre ayuda a que todo pase mejor.


Nuestra otra elección arrocera fue la de hongos e ibéricos. También servido en su paella y muy generoso en los ingredientes que, esta vez, sí se agradecían y mucho. Las setas le proporcionan al arroz una melosidad deliciosa que combina a la perfección con la potencia de las carnes y los espárragos trigueros. Chapeau.


Cabe decir que, en el caso de los arroces, ambos se pidieron para tres personas pero podrían haber dado de comer a cuatro o cinco sin problema. El del señoret no pudimos terminarlo y nos llegaron a ofrecer un envase para llevarnos las sobras a casa. Muy buen detalle.


Una vez llegamos a los postres, mi capacidad para seguir comiendo era prácticamente nula, por lo que únicamente probé el hojaldre relleno de mascarpone, muy suave y con un helado cremosísimo que acompañaba a las mil maravillas.
Mis compinches disfrutaron enormemente con la tarta de queso y el chocolate en texturas, que, aunque me dijeron que estaba muy rico, bien podrían haberlo bautizado «brownie con migas espolvoreadas por el plato».


La cuenta total, de 276,45 euros, me resultó más ajustada de lo que cabría esperar. Una cena de estas características por menos de 40 euros por persona, me parece de una relación calidad-precio más que aconsejable.


Durante toda la cena nos trataron de maravilla, estando constantemente pendientes de nuestras bebidas o los platos a retirar. El equipo de Aynaelda trabaja como un reloj y son capaces de atender todas nuestras necesidades sin llegar a ser invasivos.
Poco más que añadir sobre un restaurante que, si no es el mejor del barrio (todo va en gustos), desde luego se sitúa en nuestro ficticio pódium gastronómico.

Tipo de comida: Española.

Dónde: Calle de los Yébenes, 38

Teléfono: 917101051

Web: https://www.aynaelda.com/

Precio medio: 30-40 €

Terraza: Sí (totalmente cubierta)

Valoración: 9/10

2 comentarios en «Aynaelda. Arroces que no patinan.»

    1. Pues precisamente ese arroz fue el que menos triunfó.

      Otras veces que he estado, el de rabo de toro y el de pulpo, nos han parecido espectaculares.

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