por Con el comienzo del nuevo milenio, mi familia tuvo uno de los cambios más drásticos que ha vivido. La empresa en la que trabajaba mi padre, le ofreció un puesto en Perú, destino que aceptó y que tuvo durante los tres siguientes años.
Mi hermana y yo, jóvenes aunque ya creciditos, nos quedamos en España en lo que se podría llamar nuestra primera época de “independencia”, mientras que nuestra madre pasaba temporadas entre uno y otro país.
Tuve la suerte, eso sí, de conocer Lima en mis periodos vacacionales y disfrutar de su gastronomía, hoy en día mucho más reconocida a nivel mundial de lo que estaba hace veinte años. Fue entonces cuando me enamoré de sus ceviches, del lomo saltado, de las guarniciones de yuca frita y de ese maravilloso pisco sour que acompaña los aperitivos.
Para nuestra suerte, ya no es necesario cruzar el charco para probar este tipo de comida. Si Aluche puede presumir de algo, es de una buena cantidad de restaurantes latinoamericanos, gracias al gran número de vecinos que provienen del continente suramericano.
En esta ocasión visitamos El Huarique, un coqueto restaurante ubicado en la calle Maqueda.
El local, muy luminoso y con una moderna y limpia decoración, da cabida a unas diez mesas en su interior, ya que carece de terraza.
Para esta visita, que fue muy improvisada, acudí únicamente con un compinche, así que pudimos probar mucho menos de lo que nos habría gustado. Rechazamos un muy atractivo menú del día que tienen por 12.50 y pedimos la carta que nos facilitaron en formato tríptico y de un manejo un tanto incómodo.
Mientras decidíamos, pedimos como siempre una bebida para ir preparando los sentidos. En este caso, para tematizar aún más la experiencia, nos decantamos por una Cusqueña, quizá la cerveza más famosa de Perú. Es una cerveza muy agradable de beber y del gusto de cualquier paladar. Se echó en falta, eso sí, que viniera acompañada de algún aperitivo sencillo tipo cancha serrana o lo que nosotros llamaríamos «kikos de maíz».
Empezamos nuestro ágape con una causa limeña de pollo. Llegó bien presentada y en una buena cantidad, aunque personalmente yo habría eliminado la hoja de cogollo de lechuga de adorno y habría puesto cualquier otro elemento decorativo.
Para los que no hayan probado nunca este plato, es algo bastante parecido a una ensaladilla rusa preparada por capas y con la patata hecha puré. El plato, ligeramente ácido por el limón y con un toque picante que le aporta el ají amarillo, estaba perfecto de sabor, aunque yo habría preferido que la temperatura de la papa hubiera sido más fría, al mismo nivel que el relleno.
Seguimos con lo que en la carta llaman Triple y en la que se indica que es el plato bandera de El Huarique. Se trata de tres pequeñas porciones de chicharrón de pescado, ceviche y arroz de mariscos.
El chicharrón, realmente era de calamar y no de pescado, aunque casi lo preferí porque estaba estupendo tanto en sabor como en su crujiente textura.
El arroz de mariscos no estaba mal, pero tampoco va a sorprender a nadie acostumbrado a comer arroces marineros. Muy bien de sabor, con una buena cantidad de ingredientes y un arroz al que para mi gusto le sobraron dos minutos de cocción. Nada grave que estropeara el plato, pero lo justo para que no estuviera redondo.
En cuanto al ceviche, una vez más me sobraron las hojas de cogollo de lechuga, no así el trozo de camote (boniato o batata) que acompaña muy bien como guarnición. El pescado, terso y con el sabor justo a cilantro, es lo mejor de las preparaciones que componen el plato triple.
A continuación recibimos en la mesa un enorme plato de ají de gallina. Esta preparación recordará a todos los españoles a la gallina en pepitoria de toda la vida, pero con diferencias, claro. La primera y más importante es la cremosidad de la salsa, que se logra con la mezcla de leche evaporada y pan. La segunda, es que la gallina viene deshuesada y deshilachada, lo que facilita mucho la vida al comensal.
Bien acompañada de un buen montón de arroz y algo de papa bajo la salsa, no podía faltar la hojita de lechuga que estuvo presente en todos los platos.
Para finalizar, pedimos el único postre que nos ofrecieron, una tarta tres leches. Nos sirvieron una porción enorme para compartir, que casi no pudimos acabar. Un postre muy suave, esponjoso y jugosísimo, con un buen toque de canela y dulzor en su justa medida.
La cuenta de todo esto, de 57.50 euros a repartir entre dos personas, es quizá más elevada de lo que se acostumbra en el barrio, pero merece la pena teniendo en cuenta la calidad de los platos, del producto y de las cantidades, amén de que con lo que pedimos habrían comido perfectamente tres personas.
El Huarique se ha convertido en mi descubrimiento personal del año. No pensé que pudiéramos tener tan cerca de casa un restaurante peruano con la calidad de los platos que pudimos probar. Como no todo puede ser bueno, al inconveniente de no tener terraza, algo casi imprescindible en verano, se le añade la seriedad del camarero que nos atendió, muy profesional en todo momento, pero del que habríamos agradecido una sonrisa o alguna recomendación que hiciera la visita todavía más agradable.
¿Tienen opciones sin gluten?
Todos los platos de la carta tienen marcados los alérgenos.
¿Tienen opciones vegetarianas o veganas?
Algún plato suelto y poco más. Mayoritariamente son platos de carne y pescado.
¿Es accesible el local para sillas de ruedas o carritos de bebé?
El local es relativamente pequeño y el espacio bastante justo entre mesas. No obstante, reservando con anterioridad, es posible que hagan el hueco necesario.
¿Qué opinan los compinches?
Bicicle man: «La verdad es que está todo buenísimo. Acábate tú los platos, que a mí ya no me entra más». Puntuación – 7,5
Tipo de comida: Peruana.
Dónde: Calle Maqueda, 123,
Teléfono: 606 04 16 36
Web: https://www.facebook.com/profile.php?id=100063597429843
Precio medio: 20-30 €
Terraza: No.
Valoración personal: 7,5/10
